miércoles, 10 de septiembre de 2008

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Tal vez exista un lugar
en que la gente pague con afecto
el gustoso dolor,
y sentirse protegido sea habitual, habitable,
educado y prolongado en el tiempo.

Tal vez agujas que lloran me amen la noche
que tú me dejes, me amen por solitario,
y tan solo me quede drenarme en oscura sangre
de alimento para gusanos, los niños verán mariposas.

Tal vez tú dormitabas en una cama de rosas
y yo lloraba en la cuna de los lamentos.

Tal vez mi arco iris tenga todos los colores teñidos en sangre
y no haya acuarelas para mi infancia;
tal vez solo se escuchan gritos de incultura azotando el pasado
y tú quieras acariciar a una araña que muerde cuando se siente
plenamente amada.

Por eso una noche volaron los pétalos y la sangre,
como en obsceno festín,
tiñendo mi máscara y mi cabello
dándome a probar la codiciada bebida de tu alma sacrificada.

Puede que todo mi pensamiento se desvanezca
en hojas deshechas
por el lamento de un puño
que al viento ofrece su palma abierta.




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