Paciencia, XI

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Luces de oscuridad como ojos de bruja loca,
cuestiones cuchicheantes por el tarro.
¿Qué habrá en el pecho que quiere salir?
el alma en su necedad no sabe si es gotera.

Por otra parte
la inundación de la caja torácica es evidente,
está llena de ansiedades que acaban
con la boba castidad.

Y entre tanto y tanto los imprevistos
se acuestan con los disgustos.

Cuando apague la luz no estaré contigo,
cuando el fuego para de iluminar,
seguiré haciendo arder la alcoba,
seguirás prendiendo mi animalía anómala.

-La calma es tu estancia,
un rincón que hice palacio-

Hay que suspirar ante tanta marioneta
por la primera planta haciendo teatro,
amontonadas por los bajos suelos,
en siniestro por saltar como ladrones
a la cima.
Y ese círculo de movimientos excéntricos
que somos tu y yo, divisa el ático
como perra herida y animal mordedor.

No rompas los peldaños del tiempo,
no los friegues tampoco.

Y tal vez para comer mañana solo
tengamos ,
potaje de momentos pisados.

Ángeles de cera corren por las maneras
calcinadas,
deshechos de circunstancias acarician mi pelo.

El roce echa de menos el acto,
el acto no está en armonía con el momento,
el momento es la ostia dada por extraño,
y también abrazo materno.

Amarga degustación para las yemas sincerarse,
como trago de alfileres se joden y siguen,
siguen soltando tinta, escupiendo léxico barato.
Y nueva la nueva y misma la noche,
como en todas pienso en ti.

Oxigeno al cerebro [ ]

Después de un grito encima de la montaña
aflojo la válvula de la presión en vaporosa calma.

-La calma es tu estancia,
un rincón que hice palacio-


La flor de saliva mutua quiere nacer,
la flor con néctar bravo de la luna llena;
brotes de estremecimientos la follan,
bocas de piel susurran tactos,
lamen mi cara.

Arde el sinsentido,
quema de placer.

Y mientras te siga queriendo Venus,
seguiré buscando tu estancia de golpes
secos como piel de desierto,
tormenta es
el dolor de tu mirada sin finalización.

Frunzo el ceño ante la imagen bella,
un puñal de fotomatón...
mero producto del espíritu guerrero la herida,
la confunden con platonicismo.

-La calma es tu estancia,
un rincón que hice palacio-

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