sábado, 15 de agosto de 2009

Pernoctare, incluso.

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Quise taladrar pequeñas cosas,

quise acariciar tu pecho,

arrastré con mis lomos, ponzoñosos lamentos;

divagué en el intento de crear un noveau perfecto,

y ahora, diluvio en decremento de apetencia,

muestro mi indiferencia en suave mirada,

observación de una mañana,

la noche me trastorna como tú esperabas, y ahora

ahora ahogo mi lamento, la ducha

sirvió de refrigerante carrasposo, mas bien

adipocira que champú nenuco, y el truco es alimentarse,

los libros a euro claman sus pertenencias,

los libros te cuidarán del tedio, papel arrugado.

Papel arrugado, en un grito de omnipotencia estereofónica,

Estentor en tu frecuencia,

ranitas mañaneras que pían en tus ramas,

alados enclenques bonitos y brillantes,

¡van detrás de ti! dan pirulos por tu espalda,

y así recorrí yo el camino a los pelitos de mi paladar,

mi vida preferida.



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