miércoles, 10 de septiembre de 2008

Marte a Venus, I

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Un lazo de afilados gemidos
se contonea hasta el sentido
con dulce paso de bella hija.

Pájaros que inhalan por sinceros
a compinches de viaje Pandora,
la neblina de bellos cabrones
por mi bosque,
hogar de mi color preferido.

Donde las tallas de caramelo
gritan porque son devoradas
la tensión reside
en azulejos y pies dormidos.

Humo.

Un polvorín mojado es el pasado,
sonrisa de guardia bretoniana
se esparce por mis dedos,
las manos son
recinto de metralletas jubiladas
fumando el último cigarro.
Ejecutoras de alivios,
encubridoras de la mirada.

Un vaivén de nublados sueños.


Mejilla en el cristal y manos
de cojín.

La gravedad está borracha como
niña puta en baile de verbena;
mis ojos me corrigen.

Depilo mi sentido para cantar
pero el espectador no está,
dijeron que marchó a casa.

Espero que me escriba.



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