sábado, 18 de octubre de 2008

Carta de un chico triste que regala sonrisas

.


El techo de las costumbres se derrumba

haciendo un suelo amoldado a mí.

Y siempre estaba en guerra
con natura,

ella negandose a que la haga progresista,
rechista pero sonríe si no la perjudico.



Y
llegaste tú ángel rizado,

de pastora de un naufragio

mandado a
pastar en mis ramas secas.


Traías dos soles en las manos cerradas

que lanzaste en pulso a dar vida,

y bebiste de mis lágrimas

para depurar lo más triste.


De entrada pensé en como

lograría destruir tanta felicidad;

de segundas si era auténtico,

y al ritmo de afables palmadas

bailaban las serenidades sobre

mi cabello para calmar al negro lobo.

Mis gracias fueron
miles.


¿Cuando dejaré de hacer

preguntas escritas?

Los espejos no mienten mirada caduca.


Un demonio se colará
por la ventana,

los espejos no mienten mirada caduca,

los
brillos de las noches muestran que

la diversidad no descansa,

sigue la oferta y la demanda.


Ofreceme una buena estancia,

seamos caracol,

seamos caravana de pluma al viento,

seámoslo,

pequeña oportunidad.



.

5 comentarios:

  1. Que profundidad la de tus textos, realmente deberíamos ser como en ellos.
    SALU2

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  2. El temor hace perder trenes :)

    Besos, lobo

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  3. Sólo tú sabes a quien se lo dedicas
    Me gusta tu forma tan DIFERENTE y especial de escribir

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  4. Me ha encantado este poema. Los dos primeros versos me han dejado loca. Adoro la hondura con la que tu palabra desgrana realidades. Un abrazo de lobita.

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  5. Amigo, ser lo que querramos, el espejo no miente jamás...y si le damos tiempo siempre nuestra mirada caduca.
    mil besos poeta.

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