.
Dos perros, cada uno de sexo opuesto al dos,
se empiece por donde se quiera, sin uso de
arrobas ambiguas, binarios canes.
Dos perros, en acto de nuevo amor, se conocen,
se oliscan.
La hembra se acerca cautelosa al macho divisado,
una vez enfrente se queda a la distancia, adecuada
o prudente, perra y situación decimos. A la disciplina
adecuada o prudente para que el dueño del macho
florecido de amor, tense la correa cómo si tren y
hombre se tratase. Lucha biomecánica.
La chica que acompaña al amo de la bestia, recita
automáticamente: ¡Un beso!
Me sorprendí; curiosamente el macho se arrima
por tolerancia del apresador, y la hembra deja que
se rocen sus hocicos cariñosos.
Pero como en acto de cine clásico, la perrita,
a los dos segundos de cronómetro, ladra
efusivamente una sola vez, seca y decidida:
¡Caballero!
.
.