domingo, 12 de julio de 2009

Puertas del Reina Sofía

.



Dos perros, cada uno de sexo opuesto al dos,

se empiece por donde se quiera, sin uso de

arrobas ambiguas, binarios canes.


Dos perros, en acto de nuevo amor, se conocen,

se oliscan.


La hembra se acerca cautelosa al macho divisado,

una vez enfrente se queda a la distancia, adecuada

o prudente, perra y situación decimos. A la disciplina

adecuada o prudente para que el dueño del macho

florecido de amor, tense la correa cómo si tren y

hombre se tratase. Lucha biomecánica.


La chica que acompaña al amo de la bestia, recita

automáticamente: ¡Un beso!


Me sorprendí; curiosamente el macho se arrima

por tolerancia del apresador, y la hembra deja que

se rocen sus hocicos cariñosos.


Pero como en acto de cine clásico, la perrita,

a los dos segundos de cronómetro, ladra

efusivamente una sola vez, seca y decidida:


¡Caballero!



.