miércoles, 15 de julio de 2009

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Una bola inmensa, gigante es poco.
Una energía esférica increíble,
violentísima si se contempla su
sempiterno crecimiento devorando el espacio.
No tiene grapas entre hoja y hoja de sus versos.
Me cansé de la metáfora, todo lo que escribo me parece mierda.
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Acaricié con mis tallos la marchita
alfombra mostaza, un otoño en mi planta.
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Ahora imagina mi mapa milímetro a milímetro,
con cada una de sus ramas y consecuencias,
en sus venas naufragué por paz.
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Para cada órgano de mi sentir no creo
poder recibir más agradecido,
que el que refresca mi vivir más temprano,
es dadá nuestro cuadro en pelotas sin
pensar en nada, génesis y bucle.
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La montaña se compone de
distintas alturas y desniveles,
uno bien merecido es el oasis
del agua en calma, más allá
de esta piscina de sonrisas,
la montaña hace sombra a mi
condena y así me quedo sin agua,
menos mal que la verdad me tiene
tan gordo querer en mi espontánea,
que por mi sentir se moja cruda.
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Si este corazón destinta
estas razones, que se
apiade de mí todo aquello
que me da sustento.
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Arriba mi idea reina y
viva mi espada, y si
algo se clava aquí
que sea la lágrima del abrazo.
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Ahora no hay peor añoranza en
un punto suelto, que las
caricias de su guía diestro,
y si de mi izquierda hago función,
que sea suicida tacto con mano
rota por tu cara preciosa.
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Que me apague en este público relato.
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Profundidad. De dos en dos.
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Cartas de filo oro viejo y
desgastado vistazo, marcadas
para faustos tramposos, cegadas
y homogéneas para aventureros
que reparten sentido común en
absurdo acto. Cartas viejas.
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Cupidos en sus tapas,
falsos prontos en un
primer vistazo, sacarás
el más equivocado de los
naipes en primer momento
como es normal.
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No siempre es As
el que grita más fuerte,
por eso te hablo bajito
y caliente. Lapidada la
técnica nos quedó lo mejor.
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Y si ni el juego es válido,
ni es buen merecedor el
apostador que quiere despotricarme,
buen augurio a nuestras transparencias,
buena patada al brasero que calienta
mis güevos de mala manera, si yo soy
un sol entero y puedo alumbrar más allá.
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Tenemos en el frutero al más creador,
qué dulce es poder coger lo tuyo,
procuro pinzar mis cremas con
toques de blasfemias, así lubrico
yo para ti mis letras cariño mio.
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La gente es tonta pero está
atenta. Ven que hemos
extrapolado esta noche a un
lienzo morado con luces
rojas de burdel, gritaré
¡Mi vida! en un desierto
cruel y me podrán escuchar.
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Cartas de cupido, un racimo
de enigmas y ninguna explicación.
Ese es el secreto, irresolvible
antes de lo irremediable.
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Uno a uno mismo.
Según.
Dos a dos.
A saber.
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Cariño, el músculo de la tensión
pide menos cuerda en nuestra distancia,
ponle ritmo a mi palabras,
la arrogancia nos la suda,
la dulzura con sal venía,
es nostalgia la cortina de tu piel,
con sal venía, caliente y húmeda,
con eso yo me agacho y el consumo
se hace círculo.
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Ponme un infinito de todo eso mi amor.
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